1. Introduccion

Antecedentes

Condamine
Condamine

En el año de 1737, Charles M. de la Condamine, miembro de la primera Misión Geodésica francesa, viajó a los bosques de la provincia de Loja para reconocer y describir el árbol de la quina (Condamine, 1751). Hasta ese entonces, la quina o cascarilla solamente se conocía por su afamada corteza, en polvo, para combatir las fiebres[1]. Así, los bosques andinos del Ecuador han pasado a la historia de la botánica y la ciencia médica, por aportar con una de las plantas que ha dado mayor beneficio al hombre. La quina contiene los alcaloides para combatir la malaria. Sin embargo, hoy en día los bosques se talan sin conocer todas sus especies y, peor aún su potencial. Parece que se ha olvidado que estos árboles fueron la única fuente de la valiosa droga, necesaria durante la guerra hace 50 años[2].

La cascarilla es uno de los "árboles más bellos de los bosques andi­nos" (Acosta Solís, 1951), probablemente el más renombrado, y el apropiado para presentar a los géneros de árboles y arbustos andinos del Ecuador, tema de este estudio, resaltar su importancia como fuente de recursos naturales y de riqueza, e ilustrar uno de los árboles que sigue siendo tan valioso como hace cientos de años.

Cinchona_pubescens Cinchona_pubescens
Cinchona pubescens

Mucho se habla de la deforestación en los trópicos y las consecuencias mundiales sobre cambios climáticos, extinción de las especies y pérdida de los hábitats. Esta realidad ha provocado que en los últimos años se produzcan numerosos de estudios sobre la biota tropical para tratar de preservar, al menos, un mínimo de las especies y sus recursos genéticos para las futuras generaciones. El Ecuador, lamentablemente, tiene una tasa de deforestación altísima,
Deforestación
Deforestación
se calcula que 340.000 hectáreas de bosques se talan cada año -una pérdida anual entre el 2,4 y el 3,5 por ciento del total de bosques (Hoy, 1992). Se calcula entre 16.500 y 20.000 las especies de plantas vasculares que, en relación al área, hacen del Ecuador el país con la diversidad florística posiblemente más grande en el mundo. Estos dos hechos son especialmente importantes cuando se trata de la región norte andina. Recientes estudios han demostrado que la región norte andina posee una de las floras más diversas de América tropical y, por lo tanto, merece estudio y conservación inmediatos, ya que es la región más amenazada por la deforestación (Gentry, 1989; Henderson et al., 1991). Históricamente, la zona andina ha estado densamente poblada y su vegetación natural ha sido modificada durante milenios, tanto así, que hoy en día el callejón interandino está casi en su totalidad desprovisto de bosques naturales y las vertientes internas de la cordillera sólo mantienen remanentes de vegetación. Sin embargo, las vertientes externas de la cordillera de los Andes, especialmente hacia la región amazónica, aún conservan importantes extensiones de bosques y una flora que probablemente ocupó la región interandina (Gentry, 1977). Las vertientes de los Andes están consideradas entre las áreas menos conocidas florísticamente en América del Sur y con alta prioridad para exploraciones botánicas ya que se estima que tienen un alto porcentaje de endemismo (Balslev, 1988; Campbell, 1989; Gentry, 1989).

.Objetivos y alcances de este estudio

La rápida deforestación y los escasos estudios sobre la flora nativa de los Andes del Ecuador, fueron los factores que plantearon la realización de un proyecto de investigación destinado a mejorar el conoci­miento de la flora andina, para lograr un mejor uso de las especies nativas. En 1986, se inició un proyecto de tres años ejecutado en el Herbario QCA del Departamento de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), con el finan­ciamiento del Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas (CONUEP). El proyecto tuvo como objetivos realizar colecciones botánicas y estudios sistemáticos de diferentes grupos de plantas andinas (Jørgensen et al., 1989).

El presente estudio, inicialmente parte de dicho proyecto, tuvo como objetivo principal el documentar la flora leñosa andina del Ecuador mediante una sinopsis de los géneros de árboles y arbustos. Para obtener la mayor cantidad de datos fue indispensable combinar el conocimiento de la vegetación, obtenido en el campo, con la consulta a varias fuentes de información. El primer obstáculo fue, sin embargo, el difícil acceso a la literatura científica y a las colecciones botánicas correctamente clasificadas. Ventajosamente, tuvimos la oportunidad de revisar las colecciones de los herbarios de la Universidad de Aarhus, la Universidad de Göteborg y el Museo Nacional de Estocolmo. Dichas instituciones han investigado la flora del Ecuador por más de dos décadas y poseen numerosas colecciones que constantemente son estudiadas dentro del proyecto "Flora of Ecuador". Además consultamos las colecciones de algunos herbarios de los Estados Unidos de América, donde se encuentran ejemplares ecuatorianos.

Contenido del estudio 

En el primer capítulo se presenta una síntesis de las exploraciones en los Andes y estudios recientes de la flora andina del Ecuador. En el segundo capítulo se describe el área andina, el relieve, el clima, la influencia humana y se presenta una reseña de la historia de la vegetación andina. El tercer capítulo corresponde a los materiales y métodos empleados. En el cuarto capítulo se presenta un análisis de los resultados: la clasificación de la vegetación, la diversidad, una corta comparación con inventarios de otras áreas de América tropical y se propone una clasificación fitogeo­gráfica de los géneros de leñosas de los bosques andinos-altoandinos del Ecuador, que se compara con los datos de Costa Rica y Colombia. En el capítulo quinto se presenta la disposición y contenido de las descripciones del capítulo octavo. Las conclusiones y recomendaciones se encuentran en el capítulo sexto y el capítulo séptimo recoge la literatura citada en los capítulos precedentes. Finalmente, el octavo capítulo incluye las descripciones detalladas de los géneros y la lista de las especies de árboles y arbustos. En este trabajo se reportan 289 géneros pertenecientes a 93 familias y se listan 1568 especies de árboles y arbustos nativos.

Exploraciones botánicas en los Andes del Ecuador

La llegada de la Condamine, junto con el botánico Joseph de Jussieu, marcó uno de los acontecimientos históricos más importantes de la ciencia y de la botánica en el Ecuador y el inicio de la investigación científica. A partir de 1736 numerosos botánicos y naturalistas llegaron al Ecuador y recolectaron y descubrieron valiosas plantas andinas. Hasta 1940, en secuencia cronológica herborizaron: La Condamine, Jussieu, Mejía Lequerica, Caldas, Humboldt y Bonpland, Jameson, Hall, Hartweg, See­man, Spruce, Wagner, Isern, Sodiro, Stübel, André, Lehmann, Whymper, Rimbach, Meyer, Mille, Rose, Popenoe, Heilborn, Holmgren, Hitchcock, Mexia y Diels, entre otros (datos sobre los itinerarios, publicaciones y colecciones se encuentran en Diels, 1937 y Acosta Solís, 1968a). En la década de los cuarenta, varios botánicos norteamericanos llegaron como parte de las Misiones de la Cinchona y recolectaron numerosas plantas, especialmente en los bosques andinos. Entre ellos hay que mencionar a Camp, Drew, Steere y Steyermark (Balslev y Joyal, 1980; Steere, 1944, 1945 a, b, c). De la misma época son las colecciones de los ecuatorianos Misael Acosta Solís, quien recolectó especialmente en las provincias de la Sierra (Acosta Solís 1951, 1968b), y de Reinaldo Espinosa (1948, 1949) quien lo hizo principalmente en la provincia de Loja.

En la segunda mitad de este siglo, un sinnúmero de botánicos, estudiantes, aficionados, así como profesionales de otras ramas, han recolectado miles de ejemplares botánicos en los Andes. Hay que mencionar las numerosas colecciones de Asplund, Harling, Holm-Nielsen, Jaramillo y Øllgaard, entre otros (los recorridos pueden consultarse en Holm-Nielsen et al., 1984; Jaramillo y Coello, 1982; Lægaard y Borchsenius, 1990; Øllgaard y Balslev, 1979; Øllgaard y Molau, 1986).

A partir de los setentas las exploraciones botánicas se refuerzan en el Ecuador con la fundación del herbario de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (Jørgensen et al., 1992), la estrecha colaboración con la Universidad de Aarhus, Dinamarca y la creación del Herbario Nacional en colaboración con el Jardín Botánico de Missouri, E.U.A. Entre 1986 y 1989 se llevó a cabo el proyecto de estudios sobre el bosque montano (PUCE-CONUEP) que generó cerca de 7800 colecciones, especialmente de leñosas de la zona andina (Jørgensen et al., 1989).

En la actualidad, las colecciones más grandes de plantas ecuatorianas se encuentran en los herbarios del Museo Nacional de Historia Natural de Estocolmo, la Universidad de Aarhus y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (Jørgensen et al., 1992). Importantes colecciones históricas están distribuidas en varios herbarios de Europa y los Estados Unidos y una pequeña parte en el herbario de la Universidad Central del Ecuador y el herbario del Padre L. Sodiro, ambos en Quito.

Estudios de la flora andina del Ecuador

El Ecuador, pese a su gran diversidad de plantas, no posee una Flora completa publicada, y el proyecto "Flora of Ecuador" está dedicado a este trabajo desde hace 20 años. Los trabajos de Acosta Solís (1951, 1961, 1968b, 1984), Diels (1937) y Espinosa (1948, 1949) son básicos para el estudio de la vegetación andina. Los tres botánicos han aportado al conocimiento de la vegetación andina, basados en sus propias observaciones, exploraciones y colecciones; de ellos, Acosta Solís es, sin duda, quien más se dedicó al estudio y a la defensa de los bosques y las especies nativas andinas.

En los últimos años se han efectuado y se llevan a cabo importantes estudios de plantas andinas. Los autores recientemente publicaron una lista anotada de las plantas con semillas de los altos Andes del Ecuador en la que se reportan 4430 especies (Jørgensen y Ulloa Ulloa, 1994). Otros estudios que hay que mencionar son:

- Estudios ecológicos para analizar la estructura y composición de los bosques (Jørgensen y Valencia, 1988; Madsen, 1991; Valencia y Jørgensen, 1992).

- Estudios de los páramos (Acosta Solís, 1984; Balslev y de Vries 1982, 1990; Black, 1982; Lægaard, 1992; Mena y Balslev, 1986; Muñoz et al., 1985).

- Estudios de la diversidad (Cerón, 1994; Guerrero y López, 1993).

- Estudios taxonómicos (Jaramillo, 1988; Romoleroux, 1992).

- Estudios etnobotánicos (Elleman, 1991; Joyal, 1987).

- Reforestación con especies nativas (Brandbyge y Holm-Nielsen, 1986, 1987; Borja y Lasso, 1990; Spier y Biederbick, 1980).

- Plantas útiles, alimenticias o medicinales (Acosta Solís, 1992; Bernal y Correa, 1989-1992; Correa y Bernal, 1989-1993; Cerón 1993; Estrella, 1988, 1991; Naranjo, 1991; National Research Council, 1989; Ruíz, 1993).

- Estudios fitogenéticos (Castillo, 1991; Muñoz, 1991) y fitoquímicos (Chávez et al., 1967).

- Caracterizaciones ecológicas por sensores remotos (Rodríguez et al. 1994).



[1]           La Academia de Ciencias de París publicó las descripciones de la Condamine en 1738 y posteriormente Lineo estableció el género Cinchona, dedicado a la Condesa de Chinchón esposa del Virrey del Perú del siglo XVII. Las propiedades de la corteza aparentemente fueron conocidas por los españoles alrededor del año 1630. Reseñas históricas sobre la Cinchona se encuentran en Acosta Solís (1951) y Haggis (1941).

[2]            La extracción de la corteza puso en peligro la supervivencia de los bosques andinos y a mediados del siglo pasado se establecieron plantaciones en Java. Durante la II Guerra Mundial, las plantaciones de Java fueron bloqueadas por la invasión japonesa y el gobierno de los Estados Unidos envió varias "Misiones de la Cinchona" a los países andinos (Acosta Solís, 1951; Steere, 1945a).